miércoles, 6 de abril de 2016

La educación virtual es un reto para los nuevos tiempos de globalización, implica que se interactúe simultáneamente (de forma sincrónica o asincrónica), con otras personas en todo el mundo. La capacidad que debe desarrollar un estudiante con estas técnicas, con el acceso a la información rápida y dentro de un bagaje de información amplia es saber discriminar y distinguir la información sensible, apropiada y que vaya de acuerdo con los objetivos que se persiguen.

El hecho de ser autónomo en el proceso de aprendizaje conlleva mucha responsabilidad, más allá de la que puede tener un estudiante en la modalidad presencial y/o tradicional, en virtud de que el estudiante es guiado en todo momento por el profesor, y éste le indica por qué dirección ir y qué información puede complementar en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Sin embargo, la experiencia refiere que un estudiante promedio se mantiene con la información vertida por el docente y no hace más allá por realizar una investigación más profunda, creando una dependencia y cercenamiento de reflexión por parte del mismo.

En contraste con la educación virtual, el aprendizaje forza al estudiante a autogenerar capacidades, estrategias, responsabilidades, pero sobre todo competencias y “ conscientizarse [sic], de qué y cómo se aprende, cómo mejorar el proceso, discernir para la toma decisiones propias en el campo personal y profesional” (Sierra, Jorge), creando con ello un desarrollo de orden superior.


Es un reto para los nuevos tiempos, pero creo que es una coyuntura que los gobiernos deben emplear para abatir los altos índices de analfabetismo, principalmente en los países del Tercer Mundo, ahora llamados Emergentes.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario